Facebook: ¿sí o no?

Facebook nació por allá en 2004 para lograr cercanías, comunicación y reencuentros entre las promociones de los colegios que, comúnmente se distanciaban o en algunos casos perdían contacto de manera definitiva.

Abrí carelibro en 2008 un poco antes de entrar a la universidad, y lo hice por sugerencia de una amiga del colegio que me contó que era mejor que el extinto Messenger de Hotmail, el MySpace o el hi5 que recuerdo no haber usado mucho. Empecé mi perfil  con una lista de 15 amigos que a través del tiempo creció hasta llegar a más de 1.000 en 2011. Me encontraba obsesionada por los likes y comentarios que me hacían al postear algo y me la pasaba mirando esa red constantemente a pesar de no contar con un smartphone.

¿Para qué tantos amigos? Si seguro conocía por mucho a 100, hablaba con unos 20 – no todo el tiempo- y veía a otros cuantos porque pertenecían a mi círculo cercano o los encontraba en la universidad. Un día por temas sentimentales y otros de creaciones de cuentas falsas que me escribían, en el 2014 decidí cerrar ese Facebook de 1.000 amigos -innecesarios- y crear uno con menos personas, con gente que con la que al menos me hubiese relacionado alguna vez en la vida.

Esta idea funcionó para mí, porque, aunque confieso que soy adicta a las redes sociales, me encanta postear fotos, noticias, vídeos y una que otra frase de motivación; sentía que daba a conocer mis cosas a las personas más cercanas. Sin embargo, en todos estos años teniendo Facebook, me he dado cuenta que he perdido muchísimo tiempo ahí, que tantas noticias falsas abruman y que, definitivamente no todas las vidas son tan espectaculares como se nos muestran. No es lo mismo para las cuentas de empresas que ofrecen servicios, fundaciones, medios de comunicación, en donde esta red resulta demasiado útil para darse a conocer a un mundo globalizado.

Por estas razones, decidí dejar esta red social de manera temporal, quiero probarme, quiero desintoxicarme un poco de lo que que suced allí y vivir un mundo esta vez más real, más conectada personalmente, sin postear dónde estoy, donde la privacidad sea más el día a día y las charlas de café sean en entrega total, donde la mayoría de fotos sean para mí y no “pa´l feis”. Espero que esta prueba dure muchos más días de los que pienso o puedo; conozco varias personas que me rodean quienes por diversos motivos no lo usan hace muchos años – o nunca han tenido- y les va muy bien, simplemente ya no lo necesitan y tal vez viven una vida más tranquila.

No son frases de cajón cuando salen estudios o personas diciéndonos que esta red, muchas veces conlleva a la depresión, la envidia o la desilusión y no, no pretendo satanizar una red social que es una de las más utilizadas para hacer ventas, publicidad etc.

Por otro lado, creo que, ahora donde las formas y las herramientas de comunicación, están en un punto muy alto y podemos utilizarlas de manera optima sin necesidad de saturarnos– como a veces me siento- quiero experimentar como es que es la vida sin Facebook, después de más de 10 años en uso continuo. Les contaré en unos meses cómo me va con la experiencia y hasta dónde llegó mi fuerza de voluntad, de todas maneras seguiré escribiendo mis ocurrencias por aquí y seguiremos en contacto por otros medios. Abrazos para todos.

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