Desabrochándose en el claro café de tus ojos,
vestigios de la corriente marina de mis impulsos,
un matiz dócil carmesí de almohadilla suscita,
un roce terso de su piel perfila.
El verbo ha sido entredicho,
las vistas encarceladas en una noche,
las caricias elevadas a término eterno,
los besos son el néctar que figura sobre el ser.

¡Que belleza ha sido contemplada por el poeta!,
que hasta las nubes se encelan en tanta eventualidad,
su brillo en sus caricias son mi limite,
mi sentir sin pensar se sumerge.
Mientras el crepúsculo de la luz se esconde,
mis manos se funden en tu melena,
mis labios dibujan tu figura,
mi alma se transfigura en tu ser.
Tierno rostro de pasión privilegiado,
hermoso organismo que del cielo sol…